En este mundo en que vivimos, si te gustan las mujeres, estás de suerte. Las vas a ver por todas partes. En portadas de revistas, en anuncios, en el cine, la televisión, en los videos musicales y eventos de todo tipo. Te las vas a encontrar donde quiera que vayas como objetos decorativos o sexuales. Si te gustan las mujeres, vas a disfrutar muchísimo con la imagen de su cuerpo desnudo, idealizado, pasivo y de apariencia moldeable para satisfacer tus deseos y necesidades. Si te gustan las mujeres, y además, lo haces público, en la mayoría de los casos la sociedad aplaudirá tu elección y justificará tu deseo sexual hacia ella como algo casi irremediable.
Pero ¿Qué ocurre si te gustan los hombres? Pues que vas a sentirte discriminado de una manera o de otra. Es como si no te invitaran a la fiesta. O como si te invitaran, pero nadie hablara contigo. Como si la canción no te la dedicaran a ti. Te sientes ignorado. Casi nadie te alude. Mucha gente a la que le gustan los hombres ni siquiera es consciente de esta problemática y vive sumida en un limbo de obediencia. Otra lo sabe pero se resigna. Por suerte hay gente consciente y curiosa, que busca y progresa, auque tiene que superar algunos obstáculos.
Si eres mujer y te gustan los hombres, te pueden reprimir haciéndote sentir tan culpable como a Eva pecando en el jardín del Edén o a Pandora pecando de curiosa. Si buscas ser complacida por un hombre te expones a que te acusen de buscona o fácil, pues a la mujer se la ha castigado desde hace miles de años por buscar su propia felicidad y tomar el mando y la iniciativa en su vida. Si eres mujer heterosexual y buscas algún tipo de imagen erótica o pornográfica para excitarte con chicos, lo vas a tener muy difícil, porque los del porno convencional no suelen ser atractivos para las mujeres y además la manera denigrante en la que están dirigidas las actrices desmotiva y resulta imposible identificarse con ellas. Por este motivo muchas mujeres acaban descubriendo la pornografía gay: una industria que muestra actores con físicos espectaculares, con varios subgéneros donde se representan distintos estilos de chico y lo más importante, donde ninguna mujer es cosificada, lo que relaja y permite disfrutar de la escena con objetividad. Quizá sea el encuentro con la pornografía gay lo que hace que las mujeres se den cuenta de que, efectivamente, les falta un universo similar.
Y si eres hombre y te gustan los hombres, sí que vas a tener un montón de material hecho exclusivamente para ti, como la pornografía que acabamos de mencionar, un sinfín de arte, cine, lugares de ocio y desahogo y entre tu gente no se te va a censurar por ser un buscón, como en el caso de las mujeres. Pero el gran problema del hombre homosexual es que es la antítesis del patriarcal y como tal va a ser perseguido con homofobia. Una sociedad que define al hombre basándose en cuánto desea a la mujer va a estar en constante conflicto con la homosexualidad.
Y es que el patriarcado y la religión llevan siglos entrenando a la mujer para que sea la compañera sumisa, hermosa y complaciente del hombre, convirtiéndola en la representante de lo sexy, como si tuviese el copyright del concepto. Este constructo machista ha escrito la historia desde el punto de vista masculino heterosexual, ignorando todo lo que fuese en detrimento de su dictadura. Es el hombre quien ha poseído el derecho a ser entretenido, servido, excitado y complacido por la mujer, que por el contrario más que derechos ha tenido deberes de súbdito. Tremendamente injusta realidad para todos aquellos que son conscientes de que la belleza no es inherente a un género sino a una persona y que además se excitan con hombres: desde el principio de los tiempos, leyendas de jóvenes hermosos encandilaron a mujeres y hombres por igual. Varones que no pasaron a la historia por sus actos heroicos sino por su belleza y su capacidad de enamorar a sus amantes.
En conclusión, si la mujer heterosexual quiere dejar de sentirse un objeto pasivo ha de convertirse en un sujeto activo. Es decir, tiene que buscar su propia aventura, su propio placer, manifestar sus deseos y construir un mundo en el que sus necesidades se vean satisfechas.
Ante esta situación, Marta Monrabal nos presenta Observados, su primer proyecto audiovisual. Doce escenas que nos muestran a mujeres observando a hombres en diversas situaciones. Algunas de ellas son estereotipos sociales invertidos, como el pintor y la musa, el fotógrafo y la modelo, o el clásico voyeur que espía a una mujer en su intimidad. Observados propone a las mujeres que observen con libertad el mundo que les rodea y a los hombres. Que busquen y se deleiten con la belleza masculina. Y si no encuentran su ideal, que lo inventen. Que creen su propio universo, que se expresen. Que se conviertan en seres libres que desean y buscan la felicidad y el placer.